El auditor Hernán Franco fue asesinado en el parqueadero de su oficina, cerca del Parque de la 93, una exclusiva zona del norte de Bogotá. La Fiscalía logró ubicar a su asesino y al conductor de la motocicleta, pero de los autores intelectuales no se sabía nada hasta ahora, que saltó otra hipótesis.
Las dos personas que fueron capturadas y judicializadas, una con sentencia preacordada, decidieron guardar silencio, no referirse al caso y asumir toda la responsabilidad de los hechos. Algunas fuentes advierten que están aterrorizadas con la idea de convertirse en las víctimas de quienes los contrataron.
La hipótesis que manejan los investigadores anticipa que los asesinos, que quedaron en video y luego fueron capturados tras la investigación, harían parte de una llamada oficina de sicarios, un grupo de homicidas que trabajan por encargos criminales y que en este caso fueron pagados por los determinadores.
La investigación avanzaba de manera rápida, los autores materiales fueron identificados, no solo por las cámaras de seguridad de la zona, sino por las evidencias que logró recaudar la Fiscalía y que llevaron a varias diligencias de allanamiento, luego a la captura de los encargados de acabar con la vida de Hernán Franco.
Sin embargo, la captura de estas dos personas no fue suficiente para llegar a los autores intelectuales del asesinato. Los dos, en coro, decidieron guardar silencio y asumir toda la responsabilidad por el asesinato del auditor, con el único propósito de guardar la identidad de quienes los contrataron.
Aparentemente, el contrato criminal incluía un pacto de silencio que los dos sicarios firmaron con su propia vida. Cerraron cualquier posibilidad de entregar información a la Fiscalía, se sometieron a aceptar la responsabilidad y ser condenados a cambio de mantenerse con vida.
Los investigadores a cargo del proceso tienen otro camino que puede llevar a la identificación de los autores intelectuales del asesinato, más allá de establecer cuál sería la llamada “oficina de sicarios” a la que se encargó el crimen contra el auditor Hernán Franco.
Por ahora, las indagaciones quedaron en establecer quiénes fueron los responsables de ordenar el asesinato del auditor, justo cuando estaba por entregar un informe para advertir las irregularidades en la empresa que lo contrató con el objetivo de revisar en detalle lo que estaba ocurriendo en asuntos financieros.
SEMANA reveló los detalles del informe que Hernán Franco iba a presentar a los demás socios, con el rosario de irregularidades que enredaban a varios integrantes de la familia dueña de la empresa El Arrozal, y en que Franco tenía la misión de develar lo que estaba ocurriendo.
La hipótesis que manejan de una supuesta “oficina de sicarios” al servicio de quienes querían borrar del mapa a Hernán Franco abre nuevas líneas de investigación con el propósito de confirmar que, en Bogotá, estas organizaciones criminales hacen presencia y sus servicios asesinos están a la orden del día.