ENFOQUE
Luis Carlos Vélez habla de su libro ‘Mercenarios’, sobre el asesinato del presidente de Haití: “Hay dudas de que los colombianos hayan disparado”
El periodista explica las tesis que tiene tras una investigación sobre todo lo ocurrido aquel 7 de julio de 2021. Un crimen en donde están acusados varios colombianos.


SEMANA: ¿Qué datos se podrán encontrar en su libro?
LUIS CARLOS VÉLEZ: La idea es cerrar algunas dudas existentes, es un libro para retar esa concepción inicial que tenemos la mayoría de los colombianos de que los exmilitares que están en Haití y que fueron sindicados del asesinato del presidente Jovenel Moïse, no hayan sido autores intelectuales ni materiales del magnicidio. Retamos esa hipótesis tan rápida a la que se llegó, porque en cuestión de días el país sacó la conclusión de que ellos fueron autores materiales e intelectuales del asesinato.
Y cuando uno empieza a investigar, a revisar documentos, declaraciones, a tener acceso a las fotografías, a los audios y a conocer el perfil de quiénes eran, pues se llega a la conclusión de que no hay una herramienta contundente, verificable o incontrovertible para asegurar que los colombianos asesinaron al presidente de Haití. Tampoco que desde el principio supieran que la misión era asesinar al mandatario, como se presentó en los medios de comunicación en Colombia.
SEMANA: ¿Fueron engañados?
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L.V.: Por lo menos eso es lo que dicen las pruebas y esa es la conclusión inicial de los juicios que se han llevado a cabo por parte de las autoridades de Estados Unidos y de las investigaciones periodísticas que hemos logrado. Lo que plasmamos en el libro es precisamente eso: una crónica desde el momento en que empiezan a ser contactados los colombianos, las reuniones que tuvieron y cuáles fueron los argumentos que se utilizaron para las reuniones aquí.
SEMANA: ¿Cómo fue todo eso?
L.V.: Las reuniones iniciales eran para realizar un acompañamiento de seguridad y un entrenamiento a las fuerzas locales. Ninguno de los colombianos, por lo menos con la evidencia que tenemos y que tienen las autoridades que han manejado este caso, ha llegado a concluir que los colombianos sabían que iban a matar al presidente de Haití. Ahora, también hay dudas de que los colombianos hayan disparado.
SEMANA: ¿Hay más versiones?
L.V.: Hay versiones que indican que cuando llegaron los colombianos, el presidente de Haití ya estaba muerto. Hay un detalle que, para mí, fue uno de los que me ayudó a tener una idea clara hacia dónde quería que fuera el libro, y es un estudio. Cuando se le hace el examen forense al presidente de Haití, se encuentra que no tenía el ojo izquierdo, tenía 12 impactos de bala y el fémur derecho roto. Ojo con la descripción, porque los militares colombianos eran de las fuerzas especiales, revisamos sus hojas de vida y muchos de ellos fueron entrenados en Estados Unidos. Entonces, con esa preparación es difícil creer que dispararon 12 veces; alguien con esa preparación hace disparos precisos.
Pero sí hay razones para entender por qué a un cadáver le quitan un ojo y le parten la pierna. En la cultura del vudú le quitan el ojo a la víctima para que no le haga el llamado mal de ojo y le rompen la pierna para que no lo persiga. Esos elementos llevan a pensar, por lo menos inicialmente, que no fueron los colombianos.

SEMANA: Los colombianos fueron detenidos y se ha dicho que fueron torturados. ¿Es así?
L.V.: Claro, no solamente con lo que han contado las familias, sino con las pruebas que entregó la Defensoría del Pueblo, en las que los colombianos se incriminan, pero también se hizo un acompañamiento y allí hablan de torturas, les cortan los dedos, los electrocutan en los testículos, y bajo esas condiciones es que dan sus primeras declaraciones y aceptan lo ocurrido.
Pero luego los colombianos a sus familias, en cartas encriptadas, tratan de contarles cuál era la circunstancia de lo que estaba sucediendo y que temían por sus vidas. Y cuentan cómo en prisión las mismas autoridades penitenciarias haitianas, quién sabe motivadas por qué, los amenazaban y obligaban a dar este tipo de declaraciones.
SEMANA: Bajo tortura cualquiera se autoincrimina…
L.V.: Por supuesto, de eso se trata la tortura. Usted puede decir todo lo que quiera de este libro o del caso y de la investigación, pero acá hay un hecho irrefutable y es que estos colombianos no han tenido el debido proceso. Ningún Gobierno ha trabajado para que se les dé el debido proceso, la última esperanza que tenían los colombianos en este caso fue la visita del presidente Gustavo Petro a Haití, donde se esperaba que hablara, negociara o solicitara mejores condiciones para los colombianos y un juicio justo, pero esto tampoco lo hizo esta administración, como no lo hicieron las administraciones anteriores.
SEMANA: ¿Cuánto tiempo tardó en armar este rompecabezas?
L.V.: Más o menos tres años porque reúno el trabajo que hicimos en su momento en La FM con varios de mis compañeros, leí investigaciones, entrevistas que hicimos en mi pódcast y fuimos agrupando el material.
SEMANA: Con estos datos que entrega en el libro, ¿qué pasará con la investigación?
L.V.: La idea es que Colombia mire esto desde otra perspectiva. Quise ofrecerle al lector la oportunidad de revisar este caso con más elementos de juicio. Pero, además, evidenciar que los militares colombianos, la mayoría, son abandonados por el Estado cuando llegan a los 40 o 42 años, porque unos pocos pueden seguir avanzando a la cúspide y volverse generales.