Opinión
Redes sociales y cirugía plástica: ¿Belleza real o filtro digital?
Es momento de replantear el impacto que las redes sociales tienen en nuestra percepción de la belleza. Los líderes de la industria estética tienen la responsabilidad de promover prácticas seguras y éticas. No se trata de demonizar la cirugía plástica ni los procedimientos estéticos, sino de fomentar una conversación honesta sobre sus alcances y limitaciones.

En la era de las redes sociales, la belleza se ha convertido en un fenómeno digital, moldeado por filtros, retoques y estándares cada vez más inalcanzables. Plataformas como Instagram y TikTok han cambiado la manera en que las personas perciben su apariencia, creando una demanda creciente por procedimientos estéticos que prometen acercar la realidad al ideal digital. Como gerente en una marca de cirugía plástica, he sido testigo de cómo esta tendencia está transformando la industria y la relación que las personas tienen con su imagen.
El impacto de los filtros en la autopercepción
Los filtros de belleza ya no solo suavizan la piel o agregan un poco de luz, ahora remodelan rostros, afinan narices, levantan pómulos y agrandan labios con un solo clic. Esto genera una distorsión de la imagen personal, en la que las personas ya no quieren verse mejor, sino parecerse a su versión digital. Según estudios recientes, el uso frecuente de estos filtros está relacionado con un aumento en la dismorfia corporal, especialmente en jóvenes que han crecido viéndose a través de una pantalla.
Esta influencia se refleja en los consultorios médicos, donde cada vez más pacientes llegan con fotos de sí mismos o de otras personas, editadas con filtros, esperando resultados quirúrgicos que, en muchos casos, son inalcanzables. Este fenómeno, conocido como Snapchat Dysmorphia, ha cambiado la manera en que los cirujanos plásticos abordan las consultas, poniendo sobre la mesa la necesidad de educar a los pacientes sobre expectativas realistas.
La cirugía plástica en la era digital
El auge de las redes sociales ha generado un boom en los procedimientos estéticos mínimamente invasivos, como el uso de ácido hialurónico y toxina botulínica, que permiten cambios sutiles sin necesidad de cirugía. Estos tratamientos han dejado de ser exclusivos de celebridades y han pasado a ser parte de la rutina de belleza de muchas personas. Sin embargo, el peligro radica en la trivialización de estos procedimientos, impulsada por influenciadores y tendencias virales que los presentan como simples retoques, sin considerar los riesgos que conllevan cuando no son realizados por profesionales capacitados.
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Como líderes en la industria estética, tenemos la responsabilidad de promover prácticas seguras y éticas. No se trata de demonizar la cirugía plástica ni los procedimientos estéticos, sino de fomentar una conversación honesta sobre sus alcances y limitaciones. La belleza no debería medirse en comparación con un filtro de Instagram, sino en función del bienestar y la confianza personal.
Hacia una belleza más real
Es momento de replantear el impacto que las redes sociales tienen en nuestra percepción de la belleza. La industria de la cirugía plástica tiene el reto de adaptarse a esta nueva realidad, equilibrando la innovación con la ética profesional. Los pacientes deben recibir una orientación clara sobre lo que es posible y lo que es saludable, y los profesionales debemos comprometernos a no alimentar estándares irreales que solo perpetúan la insatisfacción corporal.
Las redes sociales seguirán evolucionando y con ellas, la manera en que nos vemos y nos mostramos al mundo. Pero más allá de los filtros y las tendencias, la verdadera transformación debe ser interna: aprender a valorar nuestra imagen sin la distorsión de una pantalla.
Por: María Angélica Bula Náder, gerente general de Dr. Andrés Durán Plastic Surgery.