Aurelio Suárez Montoya. Columna Semana

Opinión

El ecodelirio de Petro y la destrucción de Ecopetrol

Petro, por distintas vías, hasta con la indeseable revaluación en 2024, marchita a Ecopetrol.

Aurelio Suárez Montoya
15 de marzo de 2025

Es evidente que la política energética de Petro acabará con Ecopetrol. Un ecodelirio muy conectado además con las políticas económicas dictadas por el FMI. Ricardo Roa oculta esa conexión cuando presenta los resultados de 2024 (“ecoembuste”, lo llama Francisco Lloreda). Omitió, entre varias, la disminución del consumo nacional de gasolina, un daño más de los cometidos en 30 meses.

La venta de gasolina en Colombia, con la de diésel, es fuente principal de ganancias e ingresos de Ecopetrol en los últimos años. Es monopolio productor, excepto una porción que se importa, y la fórmula que fija su precio lo liga a la cotización especulativa en las bolsas del mundo, muy por encima de los costos de producción. Tanto que el valor al público estuvo financiado por el Fondo de Estabilización de Precios (FEPC).

La eliminación de esa financiación, ordenada por el FMI y acatada por Petro, aumentó el precio del galón de menos de $10.000 a casi $16.000, lo que trajo una disminución del 5,3 por ciento en las ventas de gasolina en 2024. Ecopetrol pasó de disponer, para ese fin, 145.500 barriles diarios en 2023, a solo 130.200 en 2024, al año 5,5 millones menos. Esto representó un descenso en los ingresos creados en Colombia desde $71,7 billones a 62,65, $9,8 billones menos.

El mal se agravó. Ecopetrol, al disminuir el volumen de producción de sus derivados, exportó el petróleo a menor precio, puesto que el barril cayó, en promedio, de 82,2 en 2023 a 79,9 dólares en 2024 y a una menor tasa de cambio, de $4.071 frente a una de $4.326 del año anterior. Esta operación tumbó los ingresos en pesos de 143 billones a 133,3, que incluyen los 20,6 que le trasladó el FEPC por el mayor importe cobrado al público.

La suma perdida en la gasolina no se repuso con la exportación del crudo y en 2024 el 43 por ciento del total obtenido por Ecopetrol vino del mercado interno, mientras el 57 restante de la venta a la baja de crudo en el exterior.

El descalabro se sumó a la disminución de la producción de gas natural de 91.600 barriles de petróleo equivalentes al día en 2023 a apenas 84.900 en 2024. Menor venta de gasolina y de gas natural, que se va a importar. Peor imposible.

No extraña entonces la cascada de malos resultados en 2024. Comparada con 2022, la rentabilidad sobre los activos va en picada: de 18,8 por ciento a 10,2, menor aún que en 2019; el margen de ebitda, de 47 por ciento a 40,6, y el endeudamiento al alza, del 61 por ciento a 63,4 y a tasas de interés más altas.

Las transferencias al Gobierno, por regalías, dividendos e impuestos (con una tasa de tributación del 36 por ciento), se redujeron de $58,2 billones a 40,4. Mientras tanto, la distribución de utilidades por $8,8 billones se apalanca con $12 billones de aumento de deuda.

Admite Roa que las utilidades, respecto a 2023, cayeron más del 21,8 por ciento, pero, al cotejarlas a pesos constantes, el desplome real es del 26,3. Con trucos similares, presenta la producción de 746.000 barriles equivalentes de petróleo al día, pero incorpora los 93.800 de la explotación en fracking, asociada con la OXY en el Permian en Texas, la misma que Petro ordenó vender.

Roa hace malabares con las reservas. Anuncia que son 1.843 millones de barriles equivalentes de petróleo –un número igual a hace cinco años, en 2019, pero ahora con mayor demanda– y una reposición de 260 millones de 240 utilizados, un porcentaje del 104 por ciento. No obstante, 32 de ellos se incorporaron por la compra del campo CPO-09 a Repsol, sin los cuales el porcentaje de reposición sería menor al 95 por ciento. La vida media de las reservas se ubica en 7,6 años de consumo, de los cuales 7,8 corresponden a crudos y 6,7 a gas, que descendió respecto a 2023. ¡Todo cae!

La veda exploratoria se refleja en los menores costos por ese segmento y en apenas 16 pozos en estudio y 437 en explotación. En 2022 los primeros eran 24 y los segundos, 536 (ver resultados 2022, página 13). Un agravante: de los $14,9 billones de utilidad, 9,2 vienen de hidrocarburos, 5,17 de transporte (Cenit) e ISA aporta 0,96, que cubre la insólita pérdida presentada en las refinerías por medio billón.

Petro, por distintas vías, hasta con la indeseable revaluación en 2024, marchita a Ecopetrol y más aún cuando el renglón de energías en transición, el destino prometido al que se le invirtieron 780 millones de dólares en 2024, no renta ni un peso. ¿No importa que el valor de mercado de Ecopetrol descendiera de $100,5 billones en junio de 2024 a $84,7 billones de hoy, el 16 por ciento menos? ¿No hay Contraloría? ¿Camina Ecopetrol a un funeral sin dolientes?

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