
Opinión
Mal líder
Tanto cambio e inestabilidad solo se traducen en algo: incertidumbre. Y esa es una palabra que odian los mercados. Terrible.
El presidente Gustavo Petro es un mal líder. No solamente su gestión es un caos que tiene como único norte la indignación, sino que también los pequeños detalles evidencian su incapacidad para gerenciar, que es la obligación precisa de su máxima dignidad. Me explico.
Si hay un puesto que hay que proteger dentro de una administración es el de la persona que maneja las finanzas. Tanto a nivel privado como público, escoger y mantener al responsable de la distribución de los recursos es lo más importante en la construcción de un equipo de trabajo. El mandatario ha sido incapaz de lograrlo.
En lo que va corrido de su gobierno, el presidente Petro ha nombrado ya cuatro ministros de Hacienda: Ocampo, Bonilla, Guevara y ahora Germán Ávila, un viejo conocido del presidente, con casi nula exposición en la academia y mucho menos reconocimiento a nivel internacional, donde importan tanto los contactos como la experiencia para navegar el universo de los inversionistas y acreedores internacionales. Cuatro ministros de Hacienda en un periodo presidencial es un exabrupto. Para ponerlo en contexto, desde 2000 hasta 2020 tuvimos diez jefes en ese ministerio; Petro ha logrado, en lo que va de su periodo, tener casi la mitad. Tanto cambio e inestabilidad solo se traducen en algo: incertidumbre. Y esa es una palabra que odian los mercados. Terrible.
El presidente no ha explicado por qué no le dura la gente. Sin embargo, en el pasado, como quedó en evidencia en el ilustre consejo de ministros en el que se intentó sabotear al todopoderoso Armando Benedetti, el jefe de Estado ha intentado echarles la culpa de no ejecutar y llevar agendas propias, cuando es él mismo quien los ha nombrado. Pareciera que la falta de estabilidad de los equipos del jefe de Estado es reflejo de una máxima de su personalidad en la que todo el mundo es malo menos él.
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La estabilidad en el Ministerio de Hacienda es tal vez lo más importante que debe tener un Gobierno. Sobre los hombros de su responsable recae la formulación de políticas fiscales que afectan el crecimiento económico, el empleo y la estabilidad financiera; elaborar y supervisar el presupuesto nacional, asegurándose de que los gastos del Gobierno se alineen con los ingresos y las prioridades del país; diseñar y administrar el sistema tributario, lo que es esencial para la financiación de servicios públicos y obras; mantener la estabilidad económica, gestionando la deuda pública y controlando la inflación; representar al país en asuntos económicos internacionales, negociando acuerdos comerciales y colaborando con organismos financieros globales; y promover políticas que buscan equilibrar el crecimiento económico con la equidad social y la sostenibilidad ambiental. Mejor dicho, todo lo importante.
Hasta ahora, las reacciones internacionales han sido muy preocupantes. Los primeros titulares de la prensa especializada, como el Financial Times, destacan que la salida del ministro Guevara profundiza el caos que se ha apoderado de esta administración.
Si Gustavo Petro no puede liderar su gabinete, ni mucho menos mantener una figura estable en el puesto más importante de su equipo de gobierno, mucho menos puede liderar una nación, y con los resultados en la mano, eso es evidente.
Entonces, si el mal liderazgo de Petro ha generado todo esto, ¿no les parece que deberíamos pensar de cara a las próximas elecciones en alguien que sea un verdadero líder, alguien que tenga experiencia en administrar grupos y sacar adelante objetivos comunes? Perdonen, pero eso es mucho más que ser un tuitero indignado. Un Petro de izquierda no se corrige con un Petro de derecha.