
Opinión
No se vaya que esto se arregla
Nos queda un consuelo: la plana mayor y la plana menor del petrismo pasarán al olvido en año y medio.
Varias personas sostienen que todos los candidatos de oposición deben unirse desde ahora, porque de lo contrario Gustavo Petro se perpetuará en el poder. No es así. Petro está vencido y liquidado. Pertenece a la papelera de la historia. Además, todos los candidatos tienen derecho a estar en el partidor. Luego, la mayoría de aspirantes se quedará rezagada en tierra derecha y se retirará de la competencia, como sucedió con Alejandro Gaviria, que no pasó del uno o dos por ciento en lasencuestas. Los temerosos creen que la segunda vuelta será entre un candidato de oposición y el de Petro. No es cierto. Puede ser que ambos pertenezcan al antipetrismo. Pero si fuera entre el petrista y el antipetrista, pasaría lo que sucedió con Federico Gutiérrez en 2022: sus votos no fueron para Petro sino para Rodolfo Hernández.
Petro ha causado enorme daño al país, pero casi todo es reversible. Examinemos lo que sería daño irreversible o catastrófico para Colombia. Tomemos el caso de Seguros Bolívar, una de las compañías más serias del país. La levantó José Alejandro Cortés, que combinó la probidad y la honorabilidad con el manejo próspero y ortodoxo de una institución financiera. Después de más de medio siglo, se retiró en 2011, y hoy el presidente es su hijo Miguel Cortés Kotal. Motivo de honda preocupación para el futuro del país sería que en la presidencia de Seguros Bolívar nombraran a Laura Sarabia, a Olmedo López, a Armando Benedetti, a Sneyder Pinilla o a cualquiera de los otros personajes que Gustavo Petro, sin perdón de Dios, llevó a altas posiciones oficiales. En ese caso, yo sería el primero en empacar maletas para emigrar, especialmente si en otras grandes compañías colombianas pasara lo mismo. Por ejemplo, si en la presidencia del Grupo Argos nombraran al exministro de Educación Daniel Rojas o a Gustavo Bolívar en lugar de Jorge Mario Velásquez, o si en la presidencia de Sura, que incluye la EPS Sura, nombraran a Carolina Corcho en lugar de Juana Francisca Llano. Colombia resiste todo tipo de embates porque más ciudadanos trabajan en la empresa privada que en los focos de corrupción llamados alcaldías, gobernaciones y Gobierno nacional.
Hay también entidades gubernamentales que tradicionalmente han sido manejadas con criterio técnico. Si en la gerencia del Banco de la República, en reemplazo de Leonardo Villar, nombran a Francia Márquez o a la exministra de Minas Irene Vélez, la del decrecimiento, o a Sandra Ortiz, la exconsejera para las regiones, yo también me sumiría en el más profundo pesimismo. El peso colombiano entraría a competir con el peso argentino como moneda envilecida.
Colombia tiene sólidas empresas privadas que son el pilar de la economía. Por supuesto, es muy grave que las instituciones públicas estén en manos de incompetentes y de deshonestos. Es muy grave porque los colombianos más aporreados son los que más se perjudican como resultado de una gestión inepta. Miremos el caso del primer superintendente nacional de Salud nombrado por Petro y la ministra de Salud Carolina Corcho, en agosto de 2022. Ulahi Beltrán, médico barranquillero, tenía un nefasto antecedente que lo hacía innombrable. Había sido gerente del hospital público de Barranquilla, el CARI. Sin autorización de la junta directiva, le dio a un particular un contrato por 12.000 millones de pesos para administrar el hospital. Es decir, intentó privatizar una entidad que ya era pública. Luego, Petro y Corcho perpetraron el engaño de nombrarlo como el encargado del manejo estatal de la salud, es decir, de la desprivatización que prometió este Gobierno para alcanzar una mayor estatización.
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El daño causado por este Gobierno al nombrar personas no idóneas es doble. Primero, no se cumplieron las metas, como Petro reconoció en el consejo de ministros del 4 de febrero. Adicionalmente, no se fortalecieron las dependencias estatales, que tienen una función fundamental de vigilar y regular las empresas privadas. Por punta y punta, el mandato petrista fue un fracaso.
Nos queda un consuelo: la plana mayor y la plana menor del petrismo pasarán al olvido en año y medio. Por ejemplo, ya nadie se acuerda de Belizza Ruiz, la viceministra de Minas célebre por su petulancia: “Que quede claro, no se van a explorar ni a explotar más hidrocarburos en el país. No sé qué no se puede entender de eso”. Jamás volverá a un cargo oficial. Pasará lo mismo con Armando Benedetti y toda la cáfila de individuos en mala hora encargados de la administración de la cosa pública.
En el gobierno de Andrés Pastrana pintaron un grafiti en un muro de la carrera Séptima frente al Carulla de la 63: “No se vaya que esto se arregla”. El consejo sigue vigente.