Día cívico: Armando Benedetti cuenta en SEMANA cuál es la apuesta del Gobierno. “No es para un tema electoral”

SEMANA: Este martes tiene lugar la primera marcha del presidente Gustavo Petro para su consulta popular. El primer mandatario, efectivamente, decretó el día cívico para que la gente salga a marchar por ese propósito, pero hay muchos alcaldes en contra. ¿Qué espera el Gobierno?

Armando Benedetti (A. B.): Lo más triste es que ese tipo de apreciaciones, opiniones o directrices que están generando los alcaldes, las están haciendo es con los hígados. En ningún momento están pensando qué significa ir a marchar y expresar una voz. No hay nada en la democracia que se valore más que una marcha pacífica, que una marcha con alegría, que una marcha que sea carnaval, que sea una expresión del pueblo que está por encima de un Congreso, de un Concejo, de un alcalde. La participación ciudadana en las calles, la movilización ciudadana, es lo que la democracia ama realmente del pueblo y el pueblo ama de su democracia.

Meterse a cortar eso de tajo, porque les da la gana prácticamente, es algo que muestra más bien un odio hacia Petro, un coletazo de un odio hacia ese tipo de manifestaciones de la democracia.

Vea la entrevista con Armando Benedetti:

SEMANA: Ministro, ¿la gente va a salir masivamente a las calles? ¿Qué cree?

A. B.: Una movilización nunca va a ser fácil para absolutamente ningún líder. Creo que el único líder que realmente puede, hace y está haciendo marchas y movilizaciones es el presidente de la República. Yo retaría a cualquier otro candidato a la Presidencia, desde el que tiene el 0,2 % hasta el que lleva el 14 %, que convoque una manifestación, que convoque una marcha y le juro que le iría bastante mal. Entonces, nosotros esperamos que tenga un mejor resultado que las anteriores, que siempre han sido buenas.

SEMANA: Mucha gente está cuestionando esta marcha porque lo que se requiere y lo que se necesita en el país es que haya productividad, que haya empleo, que haya trabajo, que la gente salga a ganarse el día, laboralmente hablando. Parar el país, decretar un día cívico un martes, en el contexto de impulsar una consulta popular, está mal visto. ¿Usted qué responde a esas críticas?

A. B.: A ver, el país está a todo vapor produciendo y usted encuentra, y SEMANA lo ha registrado en sus noticias, que la economía va bien, que el desempleo ha bajado, que la inversión extranjera está bien, que el turismo ha subido. Luego, el país va a todo vapor. Así que es al contrario, mañana las personas salen a apoyar una consulta y unos derechos colectivos que el Congreso los está negando en la Comisión Séptima del Senado. Y ahí lo que se pretende, entonces, es que apoyen la consulta porque se está buscando es valorar y cambiar los derechos colectivos de un código que está desde 1950. En ese código, para actualizarlo al día de hoy, se está esclavizando a la gente. Los dirigentes empresariales no les están pagando el sueldo que les deben pagar a los empleados.

Se lo dije ya antes, lo bueno en la democracia es que la gente pueda marchar. En los otros países dictatoriales, la primera premisa es que nadie puede protestar o mostrar su inconformismo o su apoyo a ciertas políticas del Estado o del mismo Gobierno. Aquí lo que se está proponiendo es movilizaciones ciudadanas, indígenas, estudiantiles que salgan a apoyar a una consulta, a un cambio de los derechos de un régimen de trabajo colectivo. Entonces, lo que estamos buscando es ese tipo de movilizaciones.

SEMANA: ¿La gente va a salir voluntariamente a marchar? Se lo pregunto porque hay quienes dicen que muchas personas están obligadas.

A. B.: Usted puede obligar a un número determinado de personas, pero cuando pasan de 5.000, 10.000, 20.000, 30.000, es imposible que usted obligue. Entonces, la primera respuesta es: es imposible obligar a alguien. La segunda, nosotros no estamos en plan de obligar. Lo único que estamos es invitando a movilizar a través de las redes sociales, de pautas en los medios de comunicación, a través de los líderes del Pacto Histórico y las personas que acompañan al Gobierno.

SEMANA: De todos modos, la gente lo que dice es que el Gobierno Petro ha puesto en marcha un plan para anticipar desde ya la campaña de 2026 y que esta convocatoria a la consulta popular es la primera fase. ¿Qué responde ante eso?

A. B.: A la gente, cuando le dicen la palabra ‘política’, la confunden con la palabra ‘politiquería’. Aquí claro que se está haciendo política. Se está haciendo política amparada en la Constitución, en la ley que protege la participación ciudadana. Hay una sentencia sobre las consultas que dice que es la forma de dirimir diferencias entre el Legislativo y el Ejecutivo. Aquí queda muy claro que lo que queremos hacer nosotros es rescatar unos derechos colectivos que van inspirados en los convenios internacionales, en los fallos de la Corte Constitucional y, al mismo tiempo, en lo que fue el ADN, el corazón de la campaña del presidente Petro, las reformas sociales. Esas reformas sociales tienen que ver, una de ellas, con el tema laboral.

SEMANA: ¿Qué temas laborales se van a manejar?

A. B.: Por ejemplo, que la jornada nocturna empieza a las 6 de la tarde, que el 100 % del día festivo y domingo se le pague al empleado, que exista estabilidad laboral, que a los aprendices se les pague el 66 % de lo que es un sueldo mínimo, y al que ya sea practicante se le pague el 100 %. Que la licencia paterna pase de dos a cuatro semanas, que las plataformas digitales, como Rappi tengan contratos laborales, que las madres comunitarias tengan prestaciones de servicios sociales, que las mujeres que tengan patologías menstruales puedan ir al médico. Hay una cantidad de series de cosas que estoy seguro de que le interesan a la clase obrera y no a la dirigente. Aquí lo que sucedió fue que hubo un bloqueo institucional.

SEMANA: ¿Por qué dice eso?

A. B.: ¿Por qué está la prueba reina de que hubo un bloqueo institucional? Porque tenían que firmar seis ponentes, terminaron firmando ocho, dos de más. Con esa mayoría ya no les interesaba entonces ni discutir, ni debatir, ni votar el proyecto. Ya habían tomado una decisión de forma sospechosa, y digo sospechosa porque es obvio que aquí estuvo la clase dirigente, la Andi, los empresarios y hasta gobernadores, alcaldes y candidatos a la Presidencia cercanos a las regiones de algunas de estas personas. Yo duré 20 años de congresista y nunca, jamás, vi realmente que sucediera lo que sucedió, que firmaran unos ponentes y miembros de la comisión que no eran ponentes para que no hubiera en ningún momento ni discusión ni votación.

Significa que había un pacto de sangre en favor de los dirigentes para decir, esto es una muerte, y darle un golpe al Gobierno. Cuando nosotros decimos que nos vamos a la consulta, usted no puede decir que es a las malas. Es un mecanismo de participación ciudadana.

SEMANA: La consulta popular también tendría que ir al Congreso. ¿Entonces?

A. B.: El presidente de la República, con la firma de sus ministros, tiene que firmar la petición de la consulta que se lleva al Senado de la República y el Senado lo tramita como si fuera una proposición. Ojo con lo que le voy a decir, que es muy importante. Si el Senado dice que sí, el presidente —los siguientes tres meses— se va a una convocatoria. Si no hay decisión, el presidente puede entonces también llamar a una consulta.

SEMANA: ¿Usted tiene los votos para que pase?

A. B.: Le voy a decir que más que tener los votos, yo creería por qué se pueden dar los votos. A mí me costaría muchísimo trabajo entender y ver que unas personas que son elegidas por el voto popular no sean capaces en ningún momento de aceptar que el pueblo se pronuncie, no sobre un tema cualquiera, no sobre un capricho, sino sobre los derechos laborales colectivos que no se reforman desde 1950 y que están completamente desactualizados.

SEMANA: ¿Pero si el Senado dice que no?

A. B.: ¿Cuál es el miedo a la consulta? O sea, si yo estuviera en la oposición, yo diría “vámonos a la consulta”. Cualquier político sabe que conseguir 13 millones de votos es bastante difícil. Nosotros lo vivimos con el plebiscito. La oposición, en ese momento representada por el presidente Álvaro Uribe, en contra del plebiscito ni siquiera tuvo bien claro hasta último segundo si se iba por la abstención o se iba por el ‘no’. Yo no entiendo por qué se ven a la defensiva. Desde aquí se ven asustados, preocupados. Yo no se cuál es la lloradera.

SEMANA: Pero es que así saquen cinco millones de votos, estarían haciendo política con fines de la campaña de 2026.

A. B.: Si fuera solamente electoral, yo le podría decir, nos vemos en 2026, en marzo de 2026. Le puedo decir desde hoy que el Pacto Histórico va a ganar las elecciones para Congreso. Los únicos que nos pueden pelear de estar de primeros es el Centro Democrático, pero aun así van a estar en el podio.

SEMANA: Así que, ¿cuántas curules va a tener el Pacto Histórico?

A. B.: Vamos a tener de 21 a 23 curules, vamos a subir. Si la vez pasada tuvimos 20, vamos a tener 23. Esta vez vamos a estar más organizados, porque es que la vez pasada veníamos de ser una minoría y con esto yo le quiero decir, y es muy importante, que la democracia tiene que ver con eso: la democracia es para que las minorías algún día puedan ser mayorías. No se está haciendo la consulta, ni el presidente la está haciendo para un tema solamente electoral. Se está haciendo es porque hay que dirimir una diferencia entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Toda persona que hoy sea de la clase obrera, que esté viendo este programa, que quiera que le paguen el sueldo completo, que no la esclavicen, que no sean los dirigentes ni la clase empresarial la que manda en el Congreso de la República, vaya mañana a la Plaza de Bolívar entre 9 y 12 del día. El presidente va a hablar entre 12 y 2 de la tarde. Para mí ese va a ser el gran medidor lo que vaya a pasar mañana en el país.